recuerdos que forman parte no solo de nuestras mentes
sino también de nuestros sentimientos"
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Evocaciones de mi Tierra
Los Barquitos de Madera
Aquellos Cines
Hasta principios y mediados del siglo XX, Isla de Toas era un
pueblo sano, de gente trabajadora y de buenas costumbres. El mar y la
brisa que de él provenia, parecian propòrcionar a sus moradores el
ambiente óptimo para el desarollo y goze de una buena salud. Este hecho
era conocido en todo el estado y en otras regiones del país, por lo que
era frecuente que personas provenientes de otros lugares, sobre todo de
Maracaibo, pasasen temporadas en Toas en busca de mejorar sus
condiciones de salud quebrantada en esos momentos por alguna afección
respiratoria o de otro tipo y es por ello que el Maestro César González
calificó a la Isla como un "Fertil Oasis de la Ciudad del Lago" .
Las casas en su mayoria eran modestas, con techos de eneas y
paredes hechas con piedras de ojos, cañas y conchas de cocos, unidas
por una mezcla a base de cal. Casi todas contaban en su cocina con un
fogón hecho de una madera resistente cubiertas por un mortero
arcilloso. Allí entre los carbones y la leña o en una pequeña cocina de
kerosen se colocaba muy temprano en la mañana el agua para hervir un
tinto de cafe "Imperial".
Desde antes de cantar los gallos, ya muchos se habian levantado,
sobre todo aquellas personas que debian de viajar en el barquito de la 5
de la mañana. Poco después comenzaban las actividades del dia, que se
iniciaban con un desayuno casi siempre con arepas o mandocas, que se
adquirian donde alguna familia dedicada a elaborarlas; para ello se
levantaban de madrugada a fin de cocinar y moler el maiz y despues
proceder a amasarlas, darles forma y cocinar las arepas al carbon y las
mandocas las freian en una gran paila con manteca los "Tres
Cochinitos". Una de estas familias era la de la Ines y Ciro Molero, que
vivia frente al kiosko del terminal del Toro.
En algunas ocasiones el desayuno se realizaba simplemente con unas "galletas de huevo" o algunas pasticas "bandera " ( pequeña torta rectangular con tres franjas de diferentes colores), que se acompañaban con un "oranche" crush, un green spot o algun otro refresco que se adquirian en alguna de las tiendas cercanas, como la de Rosendo Nava ubicada donde hoy esta La Tropicana, la de Felipito situada al lado del Cine Victoria y la "Entra Manuel " conocida como la tienda de Amador. Otros que tuvieron tiendas fueron Regino y Abraham Reverol, de este último se recuerda mucho su refresco bibicola.
La Tienda de Abrahamcito - 1939
Fogón
En algunas ocasiones el desayuno se realizaba simplemente con unas "galletas de huevo" o algunas pasticas "bandera " ( pequeña torta rectangular con tres franjas de diferentes colores), que se acompañaban con un "oranche" crush, un green spot o algun otro refresco que se adquirian en alguna de las tiendas cercanas, como la de Rosendo Nava ubicada donde hoy esta La Tropicana, la de Felipito situada al lado del Cine Victoria y la "Entra Manuel " conocida como la tienda de Amador. Otros que tuvieron tiendas fueron Regino y Abraham Reverol, de este último se recuerda mucho su refresco bibicola.
La Tienda de Abrahamcito - 1939
Con el discurrir de la mañana
deambulaban por las calles diferentes vendedores que ofrecian sus
productos: unos, en grandes envases de aluminio llevaban leche fresca
de vaca; otros, cuajadas de queso de cabra envueltas en hojas de uvero,
también vendian casabe, yaguasas, cazon de"tibrón", camarones y otras
especies marinas. Los camarones pelados y limpios los vendian el ciento
por unos tres reales y los contaban de dos en dos mientras los colocaban
en una totuma u otro recipiente. Tambien se podia adquirir "pescao"
directamente con los pescadores, que desde sus cayucos, en las orillas
de las playas ofrecian las diferentes especies capturadas: curvinas,
lisas, róbalos, bagres, carpetas, bocachicos pampanos, etc. Uno de los últimos de estos pescadores, vendedores de orilla, fue el siempre recordado Malatobo. Las curvinas las
vendian sin cabezas, las cuales eran desechadas, por lo que la gente
necesitada acudia a las playas para que se las regalaran y poder hacer
con ellas un hervido para el almuerzo. La parte de estos peces que tenía más valor era el buche, de donde se fabricaba una cola
para madera sumamente adherente.
Malatobo
Malatobo
Como las casas
situadas a las orillas de las playas por lo general tenian un sanitario
tipo palafito y los desechos caian directamente en el agua, algunos
jovenes los utilizaban como sitio para pescar bagres "cagones", que se
encontraban en buen numero bajo esos sanitarios.
A pesar de los sanitarios
palafíticos, las aguas estaban poco contaminadas, quizas por la acción
de los voraces bagres. Las playas era utilizadas para el baño y el
lavado de ropa. Era habitual ver señoras en las orillas lavando y
restregando las ropas contra unas piedras. Los que viviamos cerca de la
playa nos bañabamos en ella todos los dias, una vez que habiamos salido
del colegio y eran muchos los gritos que debian dar nuestras madres para
hacernos salir del agua.
Sanitario Palafítico
Por la
tarde-noche, si se presentaban los "zancuos", se hacia una humareda,
para lo cual se tomaba un pote con un asa de alambre, se le colocaban
algunas brazas encendidas y se les agregaban palitos de caricari, que
producian un humo con el olor caracteristico de ese arbol. Los que no
tenian caricari utilizaban cagajones secos de burros, que por tener un
alto contenido de fibras producian bastante humo pero con un olor
completamente diferente.
En las noches
temprano, era costumbre sacar las sillas de viena para el frente de las
casas para sentarse a conversar con familiares y amigos. Otros preferian
los bancos de la Plaza o dirgirse hasta uno de los cines para ver una
pelicula. Luego en horas más tarde o ya en la madrugada se escuchaban
las serenatas que algunos cantores llevaban hasta el frente de las casas
donde sabían vivían algunas jovenes. Uno de los más asiduos era Hernán Parra, el Eterno Serenatero, siempre acompañado de su guitarrra.
Seguiremos evocando ...
Jorge R. Hernández
Los Barquitos de Madera
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Los bancos de la plaza, testigos de muchos romances
Seguiremos evocando ...
Jorge R. Hernández
Los Barquitos de Madera
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que bello es recordar mi pueblo aquelos momento que no volveran cuando mi isla era tranquila y segura
ResponderEliminarMuy buena esa Dr. lo felicito, este tipo de publicación siempre trae sus controversias, eso no importa, pero es lo mejor, los recuerdos mas vivos que el ser humano guarda, donde uno pasó su infancia, y jugó con sus compañeros y amigos sanamente,
ResponderEliminarFelicitaciones y gracias Dr. Excelente trabajo de la tierra de donde vienen mis raices, donde todo turista es primo y no se le niega nada a nadie, tierra de Victor Alvarado, y tantos bardos y cantores.
ResponderEliminarFelicitaciones y gracias Dr. Excelente trabajo de la tierra de donde vienen mis raices, donde todo turista es primo y no se le niega nada a nadie, tierra de Victor Alvarado, y tantos bardos y cantores.
ResponderEliminarFelicitaciones y gracias Dr. Excelente trabajo de la tierra de donde vienen mis raices, donde todo turista es primo y no se le niega nada a nadie, tierra de Victor Alvarado, y tantos bardos y cantores.
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